El concepto mindfulness hace referencia al hecho de ser consciente y estar atento/a al momento presente. No es dejar la mente en blanco o no pensar, tampoco tiene que ver con pasar horas en posiciones imposibles.

Es la práctica para prestar atención de manera intencional al presente y sin juzgar.

Nos permite salir del pensamiento descontrolado, que nos llena de tensión y angustia. Nos ayuda a poner orden para tomar mejores decisiones, lo cual lleva a sentirnos mejor con nosotros/as mismos/as.

A través de la práctica se entrena la atención para recuperar el dominio de nuestra energía mental.

Este tipo de atención nos permite aprender a relacionarnos de forma directa con aquello que está ocurriendo en nuestra vida, aquí y ahora. Es una forma de tomar conciencia de nuestra realidad, dándonos la oportunidad de trabajar conscientemente con nuestro estrés, dolor, enfermedad, pérdida o con los desafíos de nuestra vida. En contraposición, una vida en la que no ponemos atención, en la que nos encontramos más preocupados por lo que ocurrió o por lo que aún no ha ocurrido, nos conduce al descuido, el olvido y al aislamiento, reaccionando de manera automática y desadaptativa.

El desafío es poder aplicarlo a la vida cotidiana, intentar vivir cada momento con plenitud.

¿Cómo lo hacemos? Tres primeros pasos: sentarse, respirar y enfocar la atención en la respiración. Buscar un lugar cómodo, donde quieras y como quieras. Buscando una respiración más pausada y más profunda de lo que habituamos, para que todo nuestro cuerpo reciba el aire, y como respuesta se active un estado de relajación.  Los pensamientos siempre van a parecer, el objetivo no es que desaparezcan sino poder tener la voluntad de elegir cuándo se hagan presentes y cuando no. Volverse observador de nuestra mente, logrando dominar la atención y salir de los pensamientos descontrolados.

El objetivo de aplicarlo regularmente es generar una autoconciencia a múltiples niveles, entender cómo interpretamos, cómo pensamos, para lograr así una sana distancia y evitar quedarnos enredados/as. Como nuestro sistema nervioso ya no esta tan alerta, nuestra mente está más calmada, ya no tan llena de negatividad, quejas, hostilidad. Y cuando esta aparezca porque somos humanos, podemos sacar nuestra mente de ese laberinto porque generamos dominio de nuestra atención.

Otra manera de poner en práctica la atención plena es desarrollando nuestra capacidad para saborear, para apreciar la belleza, la capacidad de asombro, el placer en los distintos sentidos. Identificar cuáles son aquellas actividades placenteras para uno/a, cuales son los gustos y olores que apreciamos, reconocer las sensaciones que nos pueden generar una canción o una película. Hacer pausas y evaluar nuestro cuerpo, mini chequeos. Conectar con nuestra intimidad.

Son muchos los beneficios del maindfulness, nos protege el sistema inmunológico, nuestra salud, favorece la resiliencia, amortigua las emociones “negativas” e intensas, refuerza las relaciones sociales, amplía las posibilidades de pensamientos y de acción, reduce la ansiedad y el estrés, y nos permite desarrollar un estado de bienestar como manera de transitar la vida.