La relación terapéutica es la base que sostiene todo proceso terapéutico. Una alianza fuerte constituye una variable positiva en todas las terapias. Estudios recientes indican que la persona del terapeuta es por lo menos ocho veces más influyente que su orientación teórica y/ o el uso de técnicas específicas terapéuticas.
La relación terapéutica es el vehículo, la cualidad de la relación es un predictor del éxito terapéutico. Cada terapeuta tiene su estilo, que interactúa con el estilo del paciente. Hay estilos que van juntos y otros que no, que chocan. Es probable que tanto la historia personal del paciente como del terapeuta tengan influencia en la capacidad de ambos para generar una buena alianza terapéutica.
Si utilizamos como metáfora que la terapia es un viaje, paciente y terapeuta deben pensar en cuál será el itinerario, el mapa de ruta, que cosas van a necesitar llevar, cuales son los recursos con los que se cuenta y cuales son necesarios generar. Ambos deben sentirse cómodos el uno con el otro.
La terapia es un proceso de co-construcción entre el terapeuta y el paciente. Cada proceso es diferente y singular. Por lo tanto el vínculo terapéutico es único. Cada tratamiento es una terapia a medida. Establecer un buen vínculo debería ser el objetivo inicial de cualquier terapia. Para generarlo es importante que ambos estén de acuerdo en cuanto al motivo de consulta, y a posibles estrategias.
Se trata de crear un lugar seguro, donde el paciente pueda experimentarse a sí mismo, al mundo y sus relaciones dinámicas. Donde se genere la posibilidad de construir puntos de vista más viables que los que el paciente tiene, en búsqueda de significaciones diferentes. Donde también se intente reemplazar la autocrítica por la auto observación. Un buen vínculo es la base para comenzar a trabajar.
Confianza, aceptación, reconocimiento, colaboración y respeto son algunas de las variables necesarias para el vínculo. Al igual que ofrecen un espacio donde se tolere el riesgo y se otorgue seguridad.
Podríamos pensarlo como un hilo invisible que se arma entre el paciente y quien lo atiende, eso es lo que llamamos vínculo terapéutico.