Desde los comienzos de la humanidad, los grupos de personas contaron con distintos tipos de líderes. Partimos de la idea de que, si hay un grupo de personas, necesariamente hay un líder.

Es un gran desafío ser líder en un mundo tan cambiante, incierto y complejo como en el que vivimos hoy. A lo largo de la historia, han cambiado notoriamente las características que definen a un buen líder. En este artículo recorreremos las cualidades de los buenos liderazgos, en función de los distintos contextos y paradigmas de la Modernidad.

En la Modernidad, el líder ejemplar era el del tipo tradicional. Caracterizado por un estilo autoritario, con comunicaciones y decisiones unidireccionales y unilaterales, con criterios de evaluación no compartidos y con poca flexibilidad. Con mecanismos de control fuertemente establecidos.

Dado los cambios de moda, cultura, y de paradigmas que se dieron en el mundo, debido al crecimiento de la sociedad del conocimiento, la globalización, la digitalización, la figura del líder tradicional perdió vigencia, y las organizaciones sociales y empresariales iniciaron procesos de profundos cambios en sus liderazgos.

En la Postmodernidad, empezaron a valorarse otras habilidades y competencias. En primer lugar, la escucha comenzó a tener un lugar sumamente relevante. Ganó prestigio el líder que, en una conversación, logra utilizar más sus oídos que su boca. Es decir, que tiene más para escuchar que para decir. La confianza, la capacidad de delegar en otros, el trabajo en equipo, las decisiones, comunicaciones y objetivos compartidos, comenzaron a tener mayor relevancia. El líder, se convirtió en un guía, en un modelo a seguir, en un facilitador de procesos.

En el año 2020, una vez más, el mundo entero enfrentó un enorme cambio de paradigma. A causa de la pandemia del COVID-19, hubo que reinventar procesos, organizaciones, formas de encuentro, de comunicación, de vinculación. En un mundo VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), fueron algunos los que pudieron ejercer liderazgos efectivos. 

El buen líder es el que supo y pudo adaptarse rápidamente, el que logró ser flexible, el que tuvo la capacidad de replantear y reorganizar sus objetivos y formas de trabajo, el que puso en un lugar central la formación continua de sus empleados. El que, no sólo trabajó con su hemisferio derecho del cerebro, dando lugar primordial a cuestiones operativas, sino que también logró dar protagonismo al hemisferio izquierdo, dándole importancia a la planificación estratégica y a largo plazo.

Ahora bien, ¿quiénes serán los buenos líderes del futuro? ¿qué procesos nos facilitarán las herramientas tecnológicas con las que contamos y contaremos? ¿qué características de los líderes que analizamos, serán las preponderantes? El contexto, el mundo, las sociedades cambian. Pero los líderes, con diferentes competencias y habilidades, siguen y seguirán estando.

Por Nicole Elsztain

Licenciada en Educación
Profesora
@nickyelsztain